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Intención, consecuencias y enfado
28.4.13


El enfado en el trabajo es algo normal, aunque no siempre se exterioriza. Generalmente las personas que tienen algo de empatía, si han cometido algo que puede doler a un compañero, suelen ponerse en su lugar para valorar el impacto que ha tenido. Cuando se produce un enfado o riña en el trabajo que sí se exterioriza, no pasa inadvertida para nadie.

Leyendo un artículo de  Peter Bregman sobre el tema, recuerdo una riña similar al que se expone en el mismo: como observador, pude asistir a una  disputa entre dos compañeros en las que los puntos de vista iniciales se mantienen inalterables y nada se movió hacia ese aspecto positivo y enriquecedor de la riña que es la comprensión de los razonamientos del otro y la superación de las diferencias.

Fue un caso claro de disputa en el que los dos compañeros estaban en planos diferentes y ninguno se dió cuenta de ello: uno argumentaba basándose en la intención de sus acciones y el otro en las consecuencias. Uno hablaba de las causas que le llevaron a la acción y, el otro, en cómo le había afectado. Es un error clásico en las disputas, dice Bregman. Nunca llegaron a percibir cada uno la realidad del otro, y sin ella, es dificil restablecer las relaciones.

Cada uno recurrió a sus argumentos y no se paró a pensar en que, para comenzar a restablecer el orden de sus relaciones laborales, debía aproximarse al plano en el que se movía el otro. No caer en él, es increíblemente simple, en realidad, afirma el profesor Bregman.

Cuando se ha hecho algo que molesta a alguien--y nunca importa quién tiene la razón--siempre hay que iniciar la conversación reconociendo cómo sus acciones afectaron a esa otra persona. En realidad, las intenciones hay que dejarlas para después... o para nunca. Porque, al final, las intenciones no importan mucho.

Ken Hardy, profesor de terapia familiar, afirma que lo que realmente hay que superar es la resistencia emocional. Estamos tan centrados en nuestras propias dificultades que a menudo es difícil de reconocer a los desafíos de los demás. Sobre todo si somos su desafío y son nuestros. Especialmente cuando arremeten contra nosotros con ira. Sobre todo cuando nos sentimos incomprendidos. En ese momento, cuando nos identificamos con ellos y sus críticas a nuestro comportamiento, casi se siente como que estamos traicionándonos a nosotros mismos.  | Foto: malik mi williams |

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